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El material del taller de los encuadernadores de los últimos reyes de Francia y de otras familias reales saldrá a subasta el próximo 2 de junio en París

PARÍS.

El material del taller de los encuadernadores de los últimos reyes de Francia y de otras familias reales saldrá a subasta el próximo 2 de junio en París, informó hoy la casa de subastas Lafon-Castandet.

Esta venta supone la dispersión de un legado de casi tres siglos de antigüedad, cuyos propietarios recurren a la venta al público después de quince años de negociaciones con las instituciones públicas que, hasta el momento, no han mostrado interés en la compra, según los organizadores.

Se trata de 400 sellos de hierro que se utilizaban para marcar con un estampado de oro las portadas de los libros con el emblema de la familia que lo hubiese encargado, así como varias imprentas y otro material relacionado con la encuadernación.

En la colección se encuentran cuatro sellos de la Corona española que datan de 1820 a 1860, como explicó a Efe Roch de Coligny, uno de los expertos de las piezas del taller fundado por el artesano encuadernador René Simier.

Las piezas más importantes de la venta son la treintena de sellos de la familia real de Francia, entre los cuales destaca el más antiguo, que data de la época de Luis XIV, y el «Sagrado de Luis XV», del siglo XVIII.

En el taller también había hierros de Brasil, Portugal, México, Ecuador y Estados Unidos.

Además, se subastará una imprenta del siglo XVII que «puede que sea una, o la más, antigua existente en manos privadas», dijo el comisario Christophe Castandet, así como otra ofrecida al taller por el rey Carlos X, por funcionar con uno de los sistemas más innovadores de la época.

Simier fundó su taller a finales del siglo XVIII en París y Napoleón Bonaparte se fijó en él para encargarle que grabara las armas oficiales del Imperio; a la llegada de los Borbones, Luis XVIII le nombra «encuadernador del rey» y pasa bajo la protección personal de la duquesa de Berry.

A su muerte, toma las riendas del taller su hijo Alphonse, a quien seguiría un amigo y así fue pasando hasta Jean-François Barbance, el último artesano que gestionó el negocio, el cual lo trasladó a Avallon, en Borgoña, en los años 70 del siglo pasado.

Castandet contó que el pintor Pablo Picasso había estado en contacto con Barbance y que éste también encuadernó las obras personales del escritor Louis Aragon.

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